jueves, 9 de febrero de 2017

LA MÚSICA COMO EL ARTE DEL INSTANTE

Para Vladimir Jankelevith “la música va a ser la expresión de una temporalidad planificada que invita a la esperanza y que actúa realmente en el mundo y en el que frente a la angustia del intervalo y de la infinitud, hay momentos de naturaleza enigmática e infinitesimal”, una lucha entre el estar y ser y el no estar y no ser del que la música es el medio y principal testigo. Es decir es un arte en el que queda a flor de piel la problemática existencial y en el que el famoso monólogo de Shakespeare en Hamlet toma mayor fuerza que en ningún otro arte. 

Están las dos posturas: la del planteamiento racionalista y otra que apuesta en pro de la intuición y que se escapa un poco del aprisionamiento academicista, pero en ambas el factor común ya sea razonando más que sintiendo o sintiendo más que razonando, es la temporalidad. Una temporalidad que toma su importancia a partir de la misma naturaleza sensorial del ser humano, limitada a cinco sentidos que perciben solo dos cosas: espacio (en sus tres dimensiones ancho, altura y profundidad) y el tiempo. Esto último es según Kant lo que determina nuestra realidad que de alguna forma podríamos llamar sensorial debido a que queda limitada a lo que nuestros sentidos son capaces de captar, por lo que cada realidad se hace de alguna forma personal debido a las realidades sensoriales de cada individuo.

A diferencia de artes como la pintura, la arquitectura y el cine en el que el discurso es mucho más homogéneo a través del tiempo. En la música debido a lo explicado anteriormente, arte en el que el instante es único e irrepetible, y en el que el intérprete posee un momento preciso e irrepetible, segundos, minutos que se van y no regresan, para realizar su interpretación ante un público o un jurado. Esta constantemente presente la verdadera importancia del tiempo; de ahí, deriva su poder para ahondar en cada ser humano, recordándonos nuestra finitud temporal y sensorial en el que cada momento de vida es un milagro y cada segundo de música es maravilloso. 

Miguel Castro
Profesor de Piano.  Acompaña al Coro I y II.

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