martes, 28 de marzo de 2017

LA RESPIRACIÓN



“Cuando el aliento va y viene, la mente está inquieta, pero cuando el aliento se calma, también se calma la mente”.

¿Cómo respiramos…?

Si yo les preguntase sobre su respiración, ¿que podrían decirme? Sí, sí… ya sé, que respiran para vivir. Todos sabemos que nadie puede vivir sin respirar, pero ¿respiramos lo suficientemente bien como para tener una mejor calidad de vida…?.

Las diferentes formas de respirar nos van diciendo muchas cosas sobre nosotros mismos. Hay quienes respiran de una forma acelerada, otros que padecen apnea, otros, respiran lentamente.

La respiración significa mucho más que proveer oxígeno al cuerpo y eliminar residuos. La mayoría de nosotros los adultos no utilizamos la capacidad pulmonar completa. Recordemos que el aliento es vida, somos capaces de vivir sin alimento, incluso con muy poca agua durante días, pero si nos impiden respirar no sobrevivimos más que unos pocos minutos.

Observar la respiración nos ayuda a centrarnos, a relajar nuestra mente, a calmar la angustia y ansiedad que genera el aprender una pieza nueva y el estudio del instrumento en sí, nos da más tranquilidad y fortaleza para enfrentar los desafíos que se presentan en la vida. Por ello, es muy importante que también sintamos la respiración al practicar y tocar nuestro instrumento musical.

Cuando sentimos nuestra respiración, podemos manejar de mejor manera las emociones, nuestros miedos y temores disminuyen al inhalar y exhalar, tenemos más energía y al mismo tiempo más serenidad, la creatividad comienza a fluir por si misma, aumentamos nuestra capacidad de concentración, fortalecemos el sistema inmunitario y la salud en general mejora con este acto tan simple pero al mismo tiempo tan complejo y cambiante.

Cada día, antes de comenzar el estudio del instrumento, recomiendo practicar la respiración de la siguiente manera: inhalamos por la nariz y exhalamos por la boca (con la mandíbula relajada). Al inhalar, llevamos suave y relajadamente el aire al abdomen, sin forzar ni tensar, y al exhalar botamos el aire por la boca. Nos concentramos solamente en inhalar y exhalar. La clave de la respiración está en la exhalación, ya que cuanto más aire viciado se expele más aire fresco podrá inhalarse. Es como un juego, un ir y venir, un movimiento constante.

La respiración es todo un universo, se podrían llenar muchas páginas explicando todo lo que ella contiene. Por ende, mi verdadera intención al escribir este pequeño artículo, es hacer una invitación a que empecemos por tomar consciencia de nuestra respiración… ¿Y qué significa ser conscientes de la respiración?... Pues, simplemente observarla, sentirla. Se trata de sentir la expansión de nuestro pecho, de nuestros pulmones, en la inspiración, y su contracción, al expulsar el aire. Sentir en nuestra nariz el frescor del aire cuando entra y su calor cuando sale. Captar el olor del aire que respiramos, tan limpio en la montaña, tan contaminado en la ciudad, tan húmedo junto al mar. Notar el dolor en el entrecejo cuando la respiración ha sido forzada. Sentir su frecuencia: la agitación que acompaña al estrés, al aturdimiento, la lentitud que sigue al silencio de la mente, sentir el caudal de aire entrando a nuestros pulmones y la ENERGÍA VITAL, el aliento de la vida, entrando dentro de nosotros por medio de la respiración. Sentir el aire como algo sagrado, como una fuente de vida, una herramienta de nutrición y transformación. Esto es: vivir plenamente la respiración.

Los invito a que lo pongan en práctica para sí mismos en cualquier momento y en cualquier circunstancia, y juntos ayudemos a los más pequeños a que también tomen conciencia de su Energía Vital.

Para finalizar, recuerden que: si mi mente está serena, podré enfrentar todas las circunstancias de la vida, las “buenas” y las “menos buenas”.


Rosselyn Marcano
Profesora de Piano
           


martes, 21 de marzo de 2017

RECORDANDO A LAURO (POR LUIS ZEA)




Aún recuerdo vívidamente una noche de mayo de 1970 cuando el amigo Roberto Todd gentilemente me llevó a conocer al maestro Antonio Lauro en la que en aquél entonces se llamó Escuela de Música del Este, situada en la calle Olimpo de Sabana Grande. Nuestra intención era lograr que el maestro Lauro me escuchara y considerara la posibilidad de ser admitido como alumno regular (siguiendo los consejos del maestro Alirio Díaz, con quien habíamos coincidido providencialmente en una velada musical unas semanas antes). Vibrando de emoción conocí al legendario autor de Natalia, hombre alto, robusto, de hablar y gestos pausados, con voz grave, mirada serena y la carácterística sencillez que otorga la sabiduría. A pesar de mis deficiencias como autodidacta el maestro me aceptó, invitándome a su casa el fin de semana y de una vez me asignó una tarea para luego comenzar las clases formalmente la semana siguiente. Seguramente mis compañeros de estudio de esa época también guardarán en el baúl de los recuerdos aquellas maravillosas ocasiones en las que Lauro se extendía dictando sus clases nocturnas en el Conservatorio Juan José Landaeta, ubicado en frente de la Iglesia de Campo Alegre. Siempre me llamó la atención el hecho de que el maestro no nos convocaba a una hora específica. Se suponía que debíamos llegar al conservatorio a partir de cierta hora – usualmente las 7pm – y éramos nosotros quienes decidíamos quién era el primero y próximo a pasar, según la disposición del momento. La duración de las clases dependía de las necesidades y grado de preparación de cada alumno. Poco estudio implicaba mínima atención por parte del maestro, quien entonces llamaba al siguiente en espera. Una vez comenzadas las sesiones, Lauro continuaba fácilmente hasta pasada la medianoche. Una misteriosa atemporalidad se adueñaba de todos, y en una oportunidad salimos de la escuela alrededor de las 3 am…! Como varios de nosotros no teníamos carro, Lauro se ofrecía con su diminuto Volkswagen para llevarnos a distintos y distantes puntos de la ciudad. Nos metíamos como podíamos, con guitarras y todo, y el maestro culminaba así su jornada de trabajo como “chofer escolar”. Si juzgaba que se requerían aún más clases, Lauro nos convocaba a su casa en El Cafetal, donde con frecuencia lo encontrábamos.

Si juzgaba que se requerían aún más clases, Lauro nos convocaba a su casa en El Cafetal, donde con frecuencia lo encontrábamos escuchando música de sus compositores predilectos como Mozart, Haydn, Schubert y Bach, refieriéndose siempre a éste ultimo como “el supremo maestro en la conducción del bajo”. Compartíamos largas horas oyendo, tocando o analizando música, practicando lectura a primera vista o simplemente conversando –además de saborear un suculento almuerzo preparado por las bondadosas manos de su esposa Maria Luisa. Tales reuniones brindaban además ocasiones memorables para apreciar y beneficiarnos de Lauro el intérprete. Libertad, espontaneidad y una destellante fuerza rítmica eran los rasgos de sus ejecuciones que más impactaban mis oidos, especialmente cuando tocaba su propia música. 
Con el correr de los años aprendí a valorar la capacidad de Lauro para explicar procesos complejos de la música en un lenguaje que todos podíamos entender. Si habría que destacar un aspecto de la interpretación musical al cual prestaba especial atención yo mencionaría el ritmo: "¡…hay que saber decir las cosas…!" "¡…debes tomarte el tiempo necesario para decir la música con naturalidad…!" Eran éstas algunas de las reacciones verbales típicas del maestro al escuchar una ejecución carente de sentido rítmico. Por su generosidad, y por la mística que infundió en sus estudiantes hacia la guitarra y la música, Lauro se hizo merecedor de todo nuestro afecto y respeto. 
Gracias a su innata sabiduría poética, Antonio Lauro protagonizó el milagro de universalizar lo particular. Vitalidad, picardía, elegancia, lirismo, nobleza y sencillez son algunos de los rasgos que dibujan la sutil esencia del espíritu venezolano. Lauro supo retratarlo por medio de un lenguaje propio, diáfano, desprovisto de vanidad y comprometido con la búsqueda de la belleza pura que solo se revela a los verdaderos artistas. Su legado permanece. LZ (Revis. marzo 2017)


Clara Marcano
Profesora de la Cátedra de Piano

martes, 14 de marzo de 2017

HOMENAJEADOS DE NUESTROS CONCIERTOS GENERALES


Gonzalo Castellanos Yaumar

Nace en (Canoabo, estado Carabobo, Venezuela, 3 de junio de 1926) es un organista, compositor, y director de música académica venezolano, hermano menor de Evencio Castellanos.
Recibe las primeras lecciones de música a los seis años de su padre Pablo Castellanos Almenar y asistió a partir de 1940 a la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, donde fue su profesor de composición Vicente Emilio Sojo. En 1947 se le concede el título de Maestro Compositor por su Suite Caraqueña. En 1952 fue galardonado con el Premio Nacional de Música de Cámara por su "Fantasía cromática para órgano", y dos años después, el Premio Vicente Emilio Sojo por "Antelación e imitación fugaz".
Desde 1959 y hasta 1963 vivió en Europa, donde estudia dirección de orquesta con Sergiu Celibidache, instrumentación con Wesner Pierre y Jean Yves Daniel-Lesur, y asiste a las clases de análisis de Olivier Messiaen. A su regreso a Venezuela fue subdirector de la Coral Venezuela, Director de la Escuela de Música "Juan Manuel Olivares", fundador y director del coro de la Universidad Católica Andrés Bello y el director de la Orquesta Sinfónica Venezuela (1966-1978). En 1964 fundó el Collegium Musicum de Caracas. En 1990 recibió el premio más importante de Venezuela para los músicos, el Premio Nacional de Música.
Durante muchos años, Castellanos fue profesor de orquestación en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas. También fue Director de la Radio Nacional de Venezuela y director musical del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes. La Universidad Central de Venezuela le otorgó un doctorado honorario.
Premios:
Premio Nacional de Música por su Suite caraqueña, 1947.
Premio Oficial de Música por su Fantasía cromática para órgano, 1952.
Premio Vicente Emilio Sojo, Medalla de Oro y Diploma de honor por Antelación e imitación fugaz, 1954.
Premio Nacional de Música por su Fantasía Sinfónica para piano y orquesta.
Premio Teresa Carreño por su Divertimento para once instrumentos, 1966.

HOMENAJEADOS DE NUESTROS CONCIERTOS GENERALES


Antonio Lauro 

Compositor y uno de los más importantes ejecutantes de la guitarra en Venezuela Nace en Ciudad Bolívar (Edo. Bolívar) el 3/8/1917
Muere en Caracas el 18/4/1986 . Fundó y dirigió conjuntos corales en diversos institutos de educación media tales como el liceo Fermín Toro, el liceo Luis Razetti y la Escuela Normal Gran Colombia. Su progenitor, Antonio Lauro Ventura, era un barbero y músico, nacido en Pizzo Calabri, Italia. Su madre, Armida Cutroneo, nacida en Marate un pueblo al sur de Italia, fue la inspiración para la pieza musical que lleva ese nombre: Armida. Los estudios musicales los realizó en Caracas en la Academia de Música y Declamación, donde fue discípulo de Vicente Emilio SojoJuan Bautista Plaza, Salvador Llamozas y Raúl Borges quien fue su maestro de guitarra entre 1930 y 1940. Debido a que carecía de recursos económicos con los cuales financiar sus estudios musicales, los tuvo que costear trabajando como guitarrista acompañante en los programas de la emisora de radio Broadcasting Caracas (actual Radio Caracas Radio). También fue integrante del Orfeón Lamas, donde musicalmente le tocaba hacer las veces del bajo. En 1935, creó un conjunto musical llamado Los Cantores del Trópico, en el que comenzó a destacar como compositor y arreglista, particularmente de piezas para guitarra. En 1940, al recibir su título de maestro compositor se dedicó formalmente a la creación musical.

En 1947, compuso una de sus primeras obras de importancia, el poema sinfónico con solistas y coro Cantaclaro, inspirado en la obra homónima de Rómulo Gallegos. A raíz del golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948, fue encarcelado por sus vinculación con algunos dirigentes del partido Acción Democrática, permaneciendo 10 años en el destierro (1948-1958). Antonio Lauro es considerado como uno de los principales maestros latinoamericanos de la guitarra, contribuyendo además a ampliar de manera definitiva el repertorio universal de ese instrumento. Director de la Orquesta Sinfónica Venezuela, así como del trío Raúl Borges, compuso numerosas piezas para guitarra entre las cuales cabe destacar el vals Natalia, de fama internacional. En 1985, le fue otorgado el Premio Nacional de Música, en reconocimiento a su trayectoria y talento musical. Aunque existen pocos trabajos formales sobre la trascendencia de la vida y obra de Antonio Lauro, se han publicado algunos libros tales como Antonio Lauro, un músico total, de Alejandro Bruzual; y artículos en revistas especializadas como la Revista Nacional de Cultura (1953) y la Revista Musical de Venezuela (1986).

lunes, 6 de marzo de 2017

VALORES




Definición de valores: se puede definir valor a la cualidad específica de un sujeto o de un objeto, en la medida en que ésta es apreciada por el resto de personas de un entorno, es decir el valor colectivo que se le da a una persona, un objeto o incluso una cualidad, a través de la dialéctica objeto- sujeto.

De esta manera, según la naturaleza del colectivo y sus valores, estos se dividen en valores morales, sociales, económicos, espirituales, familiares, cívicos, y culturales.

Los cuales varían según la práctica de cada grupo. A pesar de que no existe una jerarquía de valores, ya que se les considera a todos igual de importantes y recíprocos, la sociedad sí ha llegado a identificarlos cómo cualidades positivas y necesarias para enriquecer las relaciones sociales, procurar la dignidad de cada miembro y mantener la armonía de ese colectivo específico.

Por ejemplo: el respeto que se tiene hacia los padres es un valor que no es entendido de la misma forma en otra parte del mundo. De igual manera sucede con el respeto hacia la mujer, cuyo valor deja mucho que desear en un gran número de países y en gran parte de la sociedad.

Valores morales: es muy probable que una gran cantidad de persona emplee la palabra “valor” para referirse a los valores morales, es decir, aquellas cualidades fundamentales que posee de un conjunto de individuo, en una sociedad determinada, a través de los cuales el hombre o la mujer pueden conservar su dignidad, procurando también la armonía y bienestar de todos los miembros de este colectivo humano.

No obstante, a pesar de que cada sociedad tiene en su cosmogonía una constelación de valores, cada individuo cuenta con la libertad y autonomía de escoger cuáles serán los valores más importantes que escogerá para guiar su vida.

Juan Manuel Hernández
Cátedra de Guitarra y Lenguaje Musical