lunes, 20 de noviembre de 2017

FORMAS MUSICALES DEL CLASICIMO


Una de las formas musicales, por decir innovadoras, surge a partir del característico periodo musical conocido como “el clasicismo” periodo en que se destacan  compositores como Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y por último, Ludwig Van Beethoven. En el clasicismo, hubo nuevas formas de hacer música, por lo tanto, formas como cuarteto, tríos, pequeños ensambles y más tarde, orquestas sinfónicas. 

Todas estas agrupaciones que fueron paulatinamente  forjándose, siendo una suerte experimento en cuanto al sonido y la textura musical. Para ubicarnos en un plano más característico de lo que representa el clasicismo, es la exposición de una melodía que está acompañada por acordes que cumplen con series de intervalos de terceras y quintas, conocidos como acordes consonantes, no había disonancias. Es necesario acotar además, que la melodía cumplía con una re exposición en el quinto grado (dominante), en dichos preceptos, se presenta la forma musical sonata, para uno o dos instrumentos. Más tarde, la sinfonía, para varios instrumentos pero posee los mismos preceptos de la sonata: la presentación de un tema, el desarrollo que está integrado por modulaciones  y por último la re exposición del mismo tema en una tonalidad distinta, aunque cercana. 

En el trabajo de estas formas musicales que estaba integrado por varios instrumentos, la melodía era expuesta por un instrumento y los demás instrumentos complementaban la melodía como acompañamiento, más tarde se confería el protagonismo a un instrumento, denominado como instrumento solista, la masa orquestal cargaba con la melodía acompañante, dando vida a la forma musical “concierto”. Vemos a continuación para ejemplificar un poco el primer concierto para piano de Beethoven, cuya instrumentación tiene una melodía, y luego dicha melodía está expuesta en la  misma tonalidad pero es destacada por el piano, hay un juego de preguntas y respuesta: Solista- orquesta- solista- orquesta- cadencia solista. 

A diferencia del concierto y la sonata, podemos hablar un poco sobre la forma musical sinfonía,  cuya instrumentación es diversa, salvo que no tiene un instrumento solista,  con similitud de las formas musicales sonata y concierto, cumple con la exposición del tema, desarrollo y re exposición, distribuyéndose en varios movimientos como un allegro, que se presenta en una tonalidad determinada, luego un segundo movimiento que se presenta en el quinto grado de la tonalidad previamente establecida presentándose como lento, largo  y por último la re exposición que es la variación del primer movimiento, y vuelve a la misma tonalidad, también entendiéndose que en materia prima, la dominante siempre se desplaza hacia el primer grado.

Para concluir, podríamos decir que el clasicismo musical, es un atrevimiento de romper con algunos paradigmas del periodo barroco. En el barroco tenemos una filosofía, una concepción más bien religiosa, una arquitectura musical que se construyó en base a múltiples voces, un juego musical donde las voces hacían cosas totalmente diferentes, su sonido a la percepción auditiva podía resultar un tanto inquietante por la dispersión, pero en la partitura, había una arquitectura, muy bien construida, matemáticamente bien pensando, había razón de ser de todas las voces, intervalos también consonantes y disonancias bien pensadas y estructuradas, dando vida la polifonía,  de lo contrario el clasicismo jugó más con las formas musicales que podían ser fundadas en base a más de un instrumento que sonara de forma simultanea pero con una misma línea melódica. 

La música por ultimo, posee una gran presencia del cálculo aritmético, dentro de los sonidos que pueden resultar agradables, tienen una razón matemática de ser. Tenemos un ejemplo muy clave acerca del resurgimiento de esta corriente musical, que fue rescatada por Igor Stravinski en su obra “Edipo Rey” Opera- oratorio de en dos actos cuya música esta traducida al latín, por ser lengua muerta y la música respondía a esos patrones hieráticos, inmóviles, melodías acompañadas, que dramatizaban el friso griego, las columnas estables, la construcción, armónica y perfecta de la música. 

Marielle Bogady
Profesora de la Cátedra de Piano 

miércoles, 1 de noviembre de 2017

¡LA ESCUELA, NUESTRA ESCUELA!



En la vida cotidiana, una Escuela de música representa la opción adecuada para la formación de personas con inclinaciones artístico-musicales, o también puede representar una opción que complemente la preparación académica de los jóvenes.

Sin embargo, en una sociedad como la nuestra, distorsionada, donde lo cotidiano se ha transformado en angustia por la supervivencia, la Escuela de Música adquiere un valor añadido, un mérito insuperable.

Cada día, batallamos contra los pormenores de esta autocracia, profesores, representantes, alumnos, todo el personal de la Escuela, procuramos la excelencia en el desempeño del trabajo. Oprimidos y comprimidos por una realidad ajena a las buenas costumbres y al sentido común, echamos los problemas a un lado y nos entregamos a nuestras labores, recibiendo como recompensa esa dulce esperanza en forma de sonrisas que colman los salones de clases.

¿Cuándo pasará todo esto? No sabemos, queridos alumnos, colegas y representantes. Pero, debemos reflexionar y entender algo: el país no quedará en ruinas. Probablemente habrá grandes ajustes y sacrificios socio-económicos para llegar a la normalidad. Ruina es precisamente aquello que tenemos en el estamento político. 

No obstante, persiste otra Venezuela, la verdadera, la que está secuestrada.

Nuestra Escuela de música, que es parte de esa otra Venezuela, y es ahí donde radica su grandeza, sigue siendo una de las bases fundamentales de la sociedad, esa sociedad que necesitamos robustecer y que se encuentra repleta de grandes artistas.

Todos esos valores humanos que seguimos formando harán que se olvide la miseria de estos tiempos, porque nuestra vocación como músicos y docentes no la adquirimos por medio de decretos ni asambleas fraudulentas. La adquirimos por convicción propia. Decidimos consagrar nuestra vida a la magia del sonido, a esa pasión que protege el alma contra el tedio y la mediocridad circundante.

Nuestro aporte, queridos amigos, se consolida día a día, durante cada clase, trabajando cual guerreros, porque no nos dejamos atemorizar ni arrodillar por esta injusta situación. El ejemplo que damos, ese amor por la enseñanza y el arte, será la gran herencia para los alumnos y sigue siendo la luz que incomodará las mentes plagadas de roja indigencia, alejadas completamente del sentir humano y de la noción de arte.

Nada nos identifica con esta barbarie. Venezuela y nuestra Escuela de Música seguirán siendo espacios donde podamos seguir ofrendando nuestras virtudes y desplegando nuestras esperanzas.


José Baroni
Profesor de Armonía e Historia de la Música